Por una Contracultura Cervecera y el fin de la Dictadura de los Estilos


 Cuando Michael Jackson pusiera en el tapete la complejidad del mundo cervecero e inaugurando el mundo del craft beer tal como lo conocemos hoy en día, nadie nunca se imaginó que ese movimiento iba a desencadenar una dictadura de los estilos.

¿Por qué dictadura? Es una palabra fuerte en todo sentido ¿no?

Hoy los autoproclamados Divulgadores de la Cultura Cervecera (la itálica es a propósito) proponen que para saber de cerveza, o por lo menos disfrutarla como se debe, uno tiene que conocer sobre estilos. No hacerlo, o sea entender la cerveza como colores o por la potencia del sabor o de su tenor alcohólico, es no entender de cerveza, es caer en las garras del demonio industrial. Hoy hay que conocer de Escuelas cerveceras, libros y guías de estilos, descriptores de sabor y aroma y hasta llevar cuadernos para anotar y comparar si queremos y/o vamos a tomar una cerveza a algún lado. Hoy no basta con pedir una cerveza lupulada o una IPA, hace falta aclarar que IPA se quiere para poder parecer que se sabe. Hoy si se quiere tomar una cerveza roja, hay que aclarar si es Scottish, Irish Red o Amber Ale como si eso fuera a cambiar que todas salvo muy específicas diferencias tienen los mismos descriptores sensoriales.

Estamos hoy presenciando una verdadera dictadura del estilo, del snobismo cervecero que quiso en sus orígenes distinguirse honestamente del mainstream, del monopolio de las lagers industriales que se acusaba de barrer el sabor de la cerveza en pos de su rendimiento comercial. Pero lo que esta dictadura está llevando al Craft es a olvidar los principios básicos de su propia esencia original, del objetivo primigenio que la cerveza tuvo a través de la historia, de su historia junto a la humanidad: ser un vínculo entre personas, una distracción de los sufrimientos diarios de las personas o ser el conector de las alegrías esporádicas que la humanidad rara vez tuvo, tiene y seguramente y en escasas ocaciones más tendrá.

El craft nació como una rebelión, honesta y sincera a una explosión de crecimiento económico que las corporaciones tuvieron luego de las dos grandes guerras mundiales, especialmente la segunda. Tal como se dijo antes, la cerveza reúne personas y mitiga problemas. El siglo XX estuvo plagado de problemas  que hundió a la humanidad en un estrés que supo superar con hidalguía no sin antes tomarse una pinta o dos en el Pub local. La rebelión no tardó en crecer y convertirse en un movimiento, y generalmente cuando eso pasa, las ideas paulatinamente se convierten en dogmas. Este modelo de pensamiento, rígido tiene por sus sumos mandamientos los Estilos. Lejos quedaron los tiempos donde el mozo preguntaba si la cerveza tenía que ser rubia, roja o negra. Hoy se exige pedir una Blonde, sin siquiera parar la pelota y entender que Blonde es Rubia pero en idioma inglés. O tomemos el ejemplo anterior, una Red Ale, pero, un momento, ¿no significa Rojo? O, cuantas veces los cerveceros se ríen cuando una etiqueta industrial se lee Cerveza Fuerte a una de más de 6% abv sin pensar que después van al bar y piden una Belgian Strong Ale? Funny Thing dirían los americanos.

¿Cuál es el tema en que se pida una rubia suave y no una Golden o una Lager o una witbier o una hefeweizen? Me imagino el espanto de los Chamanes del Estilo o de los Apóstoles de las Guías al escuchar rubia suave. Dejemos los colores y pensemos en cuando se perdió el pedirle al mozo una cerveza sin saber lo que vamos a tomar y que esta resulte en una agradable, por no decir exquisita sorpresa, ¿cuando perdimos eso?

el Craft Movement nació como una manera de devolverle el sabor a la cerveza que la Industria se había encargado de sacarle en pos de un plus de beneficio económico. Pero lamentablemente, y como todo lo que dogmatiza la humanidad en algún lugar del recorrido se perdió el rumbo. En ese camino revolucionario el mismo Craft se comenzó a mirar a si mismo en vez de mirar el contexto y comenzó a alejarse del objetivo que tuvo siempre la manufactura de esta rica bebida, de ese propósito original que hizo de la cerveza la bebida más antigua del mundo: hacer de nuestros momentos, instantes de felicidad y comunión con otros.

Por eso pido, imploro, ruego: saquemos las narices de las pintas y dejemos de pensar en los deméritos, en si coincide con el estilo que declara, y comencemos a no pensar en la cerveza sino en las personas que tenemos al lado, y que la cerveza sea un medio y no un fin en si mismo. Por favor no hagamos sangrar más al Craft.

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